Natural de Alcaucín (Málaga), José Antonio Casasola fue un cura obrero implicado directamente en el antifranquismo y la lucha por la democracia a través de la Organización Comunista de España (Bandera Roja), en la cual militó, lo que le conllevó varias detenciones. Desarrolló su actividad en Sevilla, ciudad en la que vivió muchos años y en la que se convirtió en un referente de su organización durante los años de la Transición.
La dictadura franquista apostó desde sus orígenes por el intervencionismo normativo estatal en ámbito de las empresas y de las relaciones laborales. Ante la exclusión de la libertad sindical y la imposibilidad de cualquier iniciativa, el Estado totalitario anula el papel normativo de empresarios y trabajadores y asume el papel de regulador supremo. Los intereses de capital y trabajo dejan de ser vistos como contrapuestos para converger en un interés superior, el nacional. El Estado asume la determinación de las condiciones de trabajo en general y en materia de seguridad e higiene en lo particular. La seguridad e higiene dejan de ser entendidos como derechos exigibles para ser vistos como un deber público impuesto por el Estado a empresarios y trabajadores. El Reglamento de Seguridad e Higiene en el Trabajo (1940) configuraba al empresario como responsable frente al Estado de sus obligaciones de seguridad e implicaba a los trabajadores en el cumplimiento de la norma preventiva (previendo sanciones en caso de incumplimiento). Unos años después, en 1944, se constituye por Decreto el Instituto Nacional de Medicina, Higiene y Seguridad en el Trabajo (INMHST), cuya disposición refleja la concepción de la seguridad e higiene como responsabilidad exclusiva del poder político. Sin embargo, el Estado es consciente de que empresarios y trabajadores son los que han de velar por el correcto cumplimiento de la normativa preventiva. Para ello crea, por Orden del 21 de septiembre de 1944, los Comités de Seguridad e Higiene en el Trabajo (CSHT), obligatorios en industrias químicas, textil, de la madera y afines, papel y cartón, cuero y pieles, cerámica, vidrio, cemento, gas y electricidad y transporte y comunicaciones. Sus miembros son designados por la dirección del a empresa, debiendo ser miembros obligatorios del mismo el director o gerente, un ingeniero de seguridad, un médico de trabajo, el Secretario, dos vocales (trabajadores con categoría de contramaestres u oficiales designados entre los propuestos por la Organización Sindical y el jefe de grupo de empresa de la casa sindical de “Educación y descanso” para facilitar la coordinación con la misma. Ni los comités ni los jurados pretendían ser cauces de participación o defensa de los intereses de los trabajadores en la empresa, ambos eran concebidos como instrumentos idóneos de “colaboración constructiva, al servicio del objetivo de “hacer efectiva en el seno de la misma la colaboración entre capital, la técnica y la mano de obra”.
Las Comisiones Obreras en Andalucía comienzan a organizarse en 1962, poco tiempo después de su aparición en otros puntos del país. La rama metalúrgica sevillana llegó a alcanzar un protagonismo que es fundamental para entender el movimiento de las Comisiones Obreras en Andalucía. Así, en las elecciones sindicales de 1963 ya aparecen en algunas fábricas sevillanas las primeras representaciones de Comisiones Obreras con los enlaces y jurados elegidos. Este hecho se extiende en las siguientes elecciones sindicales de 1966, en donde Comisiones Obreras conquistan posiciones dentro del sindicato vertical de las provincias de Cádiz, Málaga, Granada y Córdoba. Posteriormente, ya una vez ilegalizadas, las Comisiones Obreras, pese a esta circunstancia negativa, se extienden por el territorio y sectores andaluces y continúan con las movilizaciones. Entre las actividades cabe destacar la I Asamblea Regional celebrada el 9 de septiembre de 1967. El proceso de difusión de Comisiones Obreras culmina con la constitución de la Unión Sindical de Comisiones Obreras de Andalucía, aprobada en la Asamblea Regional del 20 de febrero de 1977. A ella asistieron 300 representantes andaluces.
Antonio nació en Sevilla el 9 de enero de 1938, comienza a trabajar con 9 años repartiendo pan por la Macarena, con 14 años entra de aprendiz en Construcciones del Sur (Consur), en 1957 entra de oficial en Industria Subsidiaria de Aviación (ISA). En 1961 emigra a Baden (Suiza) para trabajar en una empresa metalúrgica donde permanecerá hasta su vuelta a Sevilla en 1966. Es en Suiza donde inicia su aprendizaje democrático y conciencia política e ingresa en el Partido Comunista de España. A su vuelta a Sevilla ingresa en la empresa FASA-Renault y se incorpora a las Comisiones Obreras, prepara las elecciones sindicales de dicho año, saliendo elegido jurado de empresa. Durante el año 1967, encabezará las huelgas que los trabajadores de FASA llevarán a cabo con motivo de las horas extras y en 1968 declararán una huelga para unificar el convenio colectivo con Valladolid y Madrid que durará 17 días y por la que será despedido.
Nació en Sevilla el 25 de octubre de 1947. Con 12 años de edad entró en la Escuela de Aprendices de la Hispano Aviación, donde adquirió la capacitación que le convertiría en un trabajador especializado. Durante los primeros años de la década de 1960, a través de la Asociación de Antiguos Alumnos de la Hispano, entró en contacto con militantes comunistas de la fábrica. Desde ahí contribuye a incorporar a miembros de las promociones más jóvenes de aprendices a las comisiones obreras juveniles, que se extenderán por los barrios de la ciudad. Al mismo tiempo ingresó en la Unión de Juventudes Comunistas de España y, poco después, en el PCE. Fue detenido en varias ocasiones y juzgado por el Tribunal de Orden Público, lo que ocasionó su paso por prisión y la pérdida de su empleo, que recuperaría tras la amnistía laboral de 1977.
MIlitante antifranquista del PCE, fue secretario político del Comité Provincial de Sevilla desde los últimos años de la dictadura hasta 1978. Fue también secretario de organización del PCA con Fernando Soto de secretario general. Más información en su biografía: "Soñando libertad. Memorias de Antonio Iglesias" (Sevilla: edición del autor, 2008)
Militante estudiantil del PCE en los últimos años de la dictadura, fue dirigente del PCE de Córdoba y de IU, llegando a ser alcaldesa de Córdoba por esta formación entre 1999 y 2009, después pasó al PSOE de Andalucía, donde ocupó varios cargos relevantes en la Junta de Andalucía
Nacida en Baena (Jaén), se afilió al PCE en 1975 y participó en la creación de la Junta Democrática y en la conformación del Movimiento Feminista 8 de Marzo. Fue una dirigente destacada de Izquierda Unida en Andalucía.[1] Comenzó su andadura en la política institucional siendo consejera de la Radio y Televisión de Andalucía (RTVA) desde 1987 hasta 1994, época que la convierte en un referente por sus críticas a la política audiovisual de la Junta de Andalucía. Tras su paso por la RTVA, llegó a ser coordinadora provincial de IU en la provincia de Sevilla y parlamentaria andaluza desde 1994 hasta 2008 y los últimos cuatro años ocupó la portavocía del Grupo Parlamentario Izquierda Unida Los Verdes-Convocatoria por Andalucía (IULV-CA), siendo la primera mujer en ser portavoz de un grupo parlamentario en el Parlamento de Andalucía.